Redacción y edición por: Giovanna Mendoza
San Valentín, 14 de febrero, día de los enamorados, un mes entero dedicado casi por completo a la celebración del amor – y, también muy importante, a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos – todo es rosa, rojo o blanco, hay moños y chocolates y en todos lados venden flores y corazones hechos de materiales tan insólitos como tradicionales. En fin, la fecha para el amor, para la calidez, las mariposas, aunque todavía es invierno y quizá hubiera sido más adecuado ponerlo en primavera o verano, más poético. Todos salen con sus parejas, con sus amigos o sus situationships… otros, como yo, nos quedamos en casa con nuestro gato y un maratón de romcoms de los 2000 (larga vida a 27 Vestidos, Como si tuviera 30 y Como perder a un hombre en 10 días) para recordarnos lo bonito que es el amor romántico y más aún, lo bonito que es sentirlo.
Si, estoy aquí escribiendo este artículo, sin saber francamente que escribir, y es que honestamente yo, –como muchas y muchos más allá afuera, estoy segura– no he tenido muchas buenas experiencias con el amor romántico, siempre termino llorando o muy enojada o con ganas de esconderme lejos de todo y todos siempre y por siempre, considerando seriamente la vida de ermitaña. Mi vida amorosa –cuando existe– es un enredo asfixiante, vórtice y confusión son otras palabras que me vienen a la mente para describirla y es que querer significa ceder el control – de tus sentimientos, de ti, a otra persona– la necesidad de vulnerabilidad que viene con el amor es algo con lo que batallo mucho sinceramente, me cuesta mostrarlo, siento que pierdo algo si es así, cuando no debería ser el caso. Desde temprana edad, todos los medios que consumimos, y de los cuales naturalmente aprendemos, nos dicen que el amor debe verse de cierta forma, condenado a seguir ciertos patrones arquetípicos como el príncipe encantador que rescata a la princesa, o los enemigos a amantes o el amigos a amantes; todos con el común denominador de los grandes gestos, los sacrificios significativos y expresamente obvios para la otra persona, casi siempre provenientes de la parte masculina en la relación. Sin embargo, son estos mismos referentes, inalcanzables la mayoría de las veces, los que nos predisponen al fracaso, pues no hacen más que poner presión sobre lo que se debe o no esperar de una u otra parte en una relación, cuando la verdad es que no todos tenemos el mismo lenguaje del amor, no todos demostramos nuestros sentimientos de la misma forma ni al mismo tiempo que el otro y es importante entender eso.
Algo que el inglés permite mucho, es la creación de nuevos términos que sus hablantes, tal vez por su inagotable gusto por las palabras nuevas o tal vez gracias a su incansable deseo por la alteración lingüística tradicional (el cual, creo yo es muy bueno), logran incorporar al léxico colectivo muy frecuente y exitosamente nuevos términos armados partiendo de retazos de palabras ya previamente establecidas. Todo esto encuentra relación con este artículo porque del inglés precisamente han surgido dos términos importantes para estas fechas, se trata de los love languages o lenguajes del amor y el famoso Galentine ‘s Day. El concepto love language fue acuñado en 1992 por Gary Chapman, en su teoría nos habla de cinco diferentes lenguajes del amor, cinco formas mediante las cuales expresamos el amor de forma no convencional por decirlo así. Es importante entender los lenguajes del amor de aquellos que nos importan, pues así sabremos que es amor para ellos y como lo expresan, su finalidad es ayudarnos a entender mejor a la otra persona, para así evitar malos entendidos y mantener una relación mucho más comunicativa y emocionalmente inteligente. Los lenguajes del amor llegaron para hacernos entender que en efecto es amor el de esa amiga que no contesta tus mensajes tan seguido, pero siempre es de las primeras en leer tus artículos. Actos de cariño y amor, como el de ese amigo al que no ves mucho pero siempre te pregunta por tu día, te cuenta de sus problemas y se preocupa por ti –o te menciona en sus discursos– (te la debía, ya sabes quien eres). Es tu hermana o hermano mandándote memes o TikToks para hacerte reir. Es tu amiga que te hace playlists, o tableros de Pinterest, o te regala friendship bracelets, o simplemente te escucha sin quejarse cada vez que necesitas desahogarte con alguien . Es tu papá llevándote todos los días a la escuela o tu mamá cocinando tu comida favorita cada vez que se la pides. Porque si, el amor adopta diferentes formas y tamaños, solo tenemos que saber interpretarlos. Lo que me lleva al segundo término, el Galentine ‘s Day, el cual hace referencia a la celebración del día de San Valentín únicamente entre mujeres, tal vez sea culpa de la creciente soltería que se ha vuelto tan común en generaciones recientes –de acuerdo con portales de noticias como la BBC– o tal vez sea un efecto colateral de la cuarta ola del feminismo y el mensaje de sororidad que trae consigo, pero la verdad es que esta se ha vuelto una práctica cada vez más común y ¿a quién podemos culpar? no hay nada mejor que una cita “just us gals” con tus mejores amigas para pasar el día juntas, sintiéndose queridas y valoradas y celebrar el amor y la amistad entre ustedes y para todos.
Ahora, déjenme contarles sobre lo que sí sé del amor, sobre ese amor no romántico, ni idealizado, donde no hay expectativas, tan simple y sutil que a veces resulta sencillo dar por sentado, ese tipo de amor que está ligado a la sangre, el primer tipo de amor que muchos tenemos la suerte de conocer de primera mano y sobre el cual nacen o mueren muchas de las expectativas con las que en un futuro clasificaremos el cariño que recibimos de otros, nos da el sentido de pertenencia, el saber que venimos de un lugar al que siempre vamos a poder regresar sin importar cuando: el amor de la familia inmediata. Para mi, ese tipo de amor es reír juntos los fines de semana, ver películas hasta desvelarnos, comer juntos mientras platicamos, y también pelear por cosas de las que luego nos vamos a reír. De ese tipo de amor aprendí la incondicionalidad, el apoyar y respetar, y la indulgencia de un cariño desinteresado.
Está el amor que no tiene nada que ver con los parentescos, más bien es voluntario: el amor que viene con la amistad. Las amigas y amigos, cuando son auténticos, son la familia que libremente adoptamos, cuando se trata de amistades verdaderas no importa el tiempo, la distancia ni las circunstancias, siempre serán un lugar seguro, cálido, felíz. Con ellos podemos bajar la guardia, porque estamos con gente afín a nosotros, gente que hace todos los días la elección consciente de estar con nosotros y viceversa. Personalmente, siempre consideré que quería pocos amigos, buscaba conexiones reales o no quería nada en absoluto, a final de cuentas entendí que no todas las conexión o amistades serán así, que la mayoría no van a ser de por vida, sin embargo todas tienen dos cosas en común: la primera es el aprendizaje que nos dejan, todas esas conexiones pasan por y para enseñarnos algo; la segunda es el amor pues todas las conexiones se motivan por algún tipo de amor, cariño o atracción, la necesidad de cercanía, de olvidar la otredad para volverla igualdad.
El amor también es la pareja, combinación entre los dos tipos de amor anteriores, un igual que nos agrega, cuyo cariño –como el de los amigos– es voluntario, que nos respeta, y entiende nuestras partes buenas y también las malas. Para mí, se trata de un amor indulgente como el de la familia, pero cálido e invitante como el de los amigos. Es desconocido, diferente cada vez, también es un amor en el que se tiene que trabajar, tanto en uno mismo, como en el otro, se trata de sacrificio, de saber cuándo ceder, cuándo perseverar y también cuándo dejar ir. Finalmente, el amor también es amarse a uno mismo, es cuidar y querer diariamente a la persona con la que despertamos todos los días: nosotros mismos. Nos merecemos querernos más que a nadie, cuidarnos tanto como cuidamos a los que queremos y ponernos siempre en primer plano al tomar una decisión, no se trata de ser egoísta sino de conocer y establecer nuestros límites para con otros.
Así que, aunque sientas que este mes intenta echarte en cara el hecho de que estás soltera o soltero, ten siempre en cuenta que el amor no es esto ni eso otro, el amor no tiene fórmula preestablecida ni método comprobado, no es tener una pareja o no, la verdad es que no hay una sola forma de amar y para ser sincera es justamente esa incertidumbre, esa sospecha, lo que lo mantiene interesante, sorprendente, invitante. He aprendido que el amor, así como el dolor, simplemente es, se siente y ya está, nunca se experimenta dos veces de la misma forma, siempre está en ti para dar o ser recibido y ciertamente nunca conocerá un final, es imprescindible a la naturaleza. Está en todos lados, todos los días, en todas partes y a todas horas; se esconde en los más sutiles gestos, los más cotidianos paisajes, las más sutiles de las sonrisas o el más leve de los roces, solo tenemos que sentir con atención.