Por: Mezzy Gozo

Editado por: Giovanna Mendoza

¡Ay el romance! Qué lindo es, nutre todas esas absurdas expectativas que nos han inculcado las películas o esos best sellers juveniles sacados de wattpad (si, te hablo a ti, Stephenie Meyer). Hace unas semanas, les pregunté a todos ustedes si se sentían listos para recibir al amor de su vida, recibí una aplastante mayoría que argumentaba un airado SI.

A todos, independiente de su respuesta, les pedí el porqué de su respuesta, y sinceramente, es bonito ver que sus motivaciones están válidamente construidas. Alguien me dijo “Si, porque soy una mujer valiosa, que conoce su valor, tengo una vida plena y se lo que puedo aportar a una persona”. Otro más dijo “Si, porque sé estar solo conmigo y sé que estar con alguien sería desde el amor y no la necesidad”. Perfectamente válido. Admiré muchísimo el concepto de “amor de la vida” de muchos, pues alguien dijo que su hijo es el amor de su vida, y se me hizo el acto de amor más grande y por excelencia. Alguien más dijo “ya lo encontré, soy yo misma”, me hicieron ver la belleza del amor, porque el amor es una amplia gama que no podemos definir en un solo concepto, pero sí en una sola energía, y como ya lo dijo el buen Liam Neeson “el verdadero amor no duele”. Quien se siente apto para el amor, requiere de gran valentía para hacerlo desde un lugar bastante trabajado, y fue grandioso ver que, de entre ustedes, quien se siente listo, lo hace desde un lugar consciente y lleno de luz.

Yo, en algún momento pensé sinceramente, que mi proceso permitiría que yo estuviera lista para estar con quien pudiera ser el amor de mi vida. Grave error. Con esto, quiero empezar a dar lugar para esa minoría que me dijo “NO, yo no estoy listo para recibir al amor de mi vida” y su argumento fue: “no estoy en el lugar donde quiero estar para recibirlo”, me maravillo más que las personas que me dijeron que sí y les voy a explicar por qué.

Días atrás vi un “tik tok” de Odín Dupeyrón que empezaba con algo bien sencillo, lo cito: “Vulnerabilidad, ingrediente necesario para amar y ser amado, si no estás dispuesto a arriesgarte y a que te rompan el corazón, NO estés chingando.”

Y ¡pum! Mi autoaprendizaje entendió otra lección: NO ESTOY LISTA PARA EL AMOR DE MI VIDA.

Quiero creer que todos aquellos que dijeron que si estaban listos, ya sopesaron lo que sería manejar el dolor si las cosas no salen bien.

Retomando mi experiencia, siempre consideré que estaba en un lugar suficientemente luminoso como para que, si me rompieran el corazón, pudiera gestionarlo mejor. Confieso que esta vez me duró menos el dolor, pero, me dolió más, y me di cuenta que aunque tengo mejor control que la última vez que me rompieron el corazón, la experiencia me sigue siendo totalmente desagradable, y que, si yo estuviera verdaderamente lista, como presumía estar, estaría cómoda con la idea del dolor que conlleva amar, y no es que quiera contradecir a Liam Neeson, pero es que, todo lo bueno conlleva un margen de error, y todo error conlleva un poco de dolor. Con esto no quiero decir que amar sea un error, sino que, el amor es aprendizaje y muchas veces las lecciones son duras y se tiene que estar muy bien trabajado para lidiar con el dolor de mejor manera, sin algo que sea de carácter catastrófico.

Estar trabajado, estar consciente de tu valor y del amor que puedes dar en otras formas; como hijo, hermano, amigo, padre, madre, vecino, compañero, no significa, que estés apto para el amor de tu vida o por lo menos para estar con un compañero sentimental, muchas veces la mejor compañía es uno mismo en comunión con su amor propio.

El romance no está mal, vivir el amor de manera cursi y rosa no está mal, pero siempre siendo consciente de que todo tiene un lugar oscuro y todo por comenzado también puede terminar.

A veces se gana más perdiendo. 

Espero no haber divagado mucho, ya saben, esta es mi lección aprendida, ¿Cuál es la suya?

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