Escrito por: Brenda Daenna
Editado por: Giovanna Mendoza

“Y debo entreabrir los ojos por las mañanas vencido por olvidados sueños. Cualquier transido soplo implica una desatada esperanza.”
Breve diario de un amor perdido, Francisco Tario.

¿Quién es esa que se revuelve en la cama? Es idéntica a mí, pero si ella está ahí, ¿quién soy yo y qué es esa luz brillante que observo desde mi ventana?

De nuevo una noche cansada y sin sueños. Cuando era joven tenía los sueños más maravillosos del mundo, pero con los años cada vez los fui olvidando más, hasta que al fin han desaparecido por completo.

Me siento agotada, no sé si esta mañana logre levantarme. Ayer, Paulina me obligó a dar unos pasos: “Al menos camina hasta el baño, mamá, ya sabes qué dijo el doctor”. Esos doctores ya no saben nada, me duelen mucho las piernas cuando camino, prefiero quedarme aquí y leer un poco.

La luz se hace más potente y parece estar mucho más cerca de mi ventana, tal vez pueda acercarme un poco, a mi hija le alegrará verme levantada sin que tenga que regañarme.
— ¡Mamá! ¿Sigues dormida? Acuérdate que hoy tienes cita con el doctor. Ayer me dijiste que no era necesario que llegara tan temprano, porque todavía podías bañarte sola, y mira, ni siquiera te despiertas si no llego. Ay, mamá… ojalá que no me hagas pagar por las veces que yo me hacía la dormida para no ir a la escuela. Ven, te ayudo a levantarte.

De nuevo ese doctor… “Camine señora García, le va a hacer bien, caminar ayuda a su recuperación”. Ya quisiera ver que él caminara tan feliz a mi edad y después de todas esas operaciones, ¿y yo para qué quiero caminar si de todas formas ya nadie me deja salir sola a ningún lado?

— Ya me voy, mami, cuando llegue a casa te marco, acuérdate que mañana es la fiesta de Karla, vengo temprano para ayudarte a que te arregles, te dejé la cena lista por si quieres comer algo al rato, perdón por no poder quedarme a cenar, pero ya sabes que Roberto está en finales y tengo que asegurarme de que no se vaya de fiesta como la otra vez, ¿te acuerdas? Bueno, al ratito hablamos por teléfono, no te acuestes sin comer, por favor, ya viste que el doctor dijo que estás baja de peso. Nos vemos mañana. Te quiero.

Ay, mi pobre niña, parece que conmigo tuviera otra hija que cuidar, como si no tuviera suficiente con el rebelde de Roberto y esas ideas raras que le meten en la prepa, y Monse que no hace otra cosa que hablar con sus amigas por el celular todo el día.
Todavía recuerdo cuando venían a verme todas las semanas: “Nos dijo mi mamá que hoy podemos quedarnos todo el día porque no tenemos tarea, ¿ya viste esta peli, abue? Dicen que da un buen de miedo, ¿la podemos ver en la noche?”, yo sé que ahora están muy ocupados con la escuela, los amigos, los novios y todo eso. Siempre me dicen que vienen tanto como pueden, pero ojalá pudieran visitarme más seguido, todo está muy solito aquí sin ellos. ¿Desde hace cuánto que no los veo? Creo que fue poco antes del cumpleaños de Monse, al menos hace cinco meses.

Ahí está la luz otra vez, creí que ya era de noche, tal vez aquí junto pusieron uno de esos anuncios luminosos, no me va a dejar dormir con toda esa luz. Ni modo, como ya se me quitó el sueño voy a asomarme a ver qué es.
¡Qué extraño! No me dolieron las piernas, tal vez el doctor tenía razón: caminar, eventualmente, iba a aliviar el dolor. Le llevaré un regalo como agradecimiento en la próxima cita. ¿Estará casado?, tal vez sería buena idea regalarle algo para su casa, no vaya a pensar su esposa que le estoy coqueteando… de todas formas no creo que se pueda poner celosa de alguien como yo, que podría ser su madre, ¡o su abuela! Si se ve casi de la edad de Beto.

No veo nada, la luz es muy intensa, ojalá pudiera acercarme más para ver de dónde viene. Seguro mi hija se va a enojar si ve que salí sola a mitad de la noche y solo para perseguir una lucecita: “Ay mamá, creo que a veces eres más difícil de cuidar que mis hijos, la próxima vez háblame y yo te acompaño, no importa la hora, ya lo sabes”; pero si le marco ahorita, me va a decir que buscar de dónde viene una luz no es urgencia, que mejor me espere a mañana… Pues si me van a regañar, que valga la pena, yo quiero ver de dónde viene esa luz.

— ¡Perdón, mamá, pasé a comprarle algo a Karla y se me fue el tiempo! Espero que al menos ya te hayas bañado… ¿Sigues dormida? Ya pasa de mediodía… Mamá… ¿Estás bien?… Mami… Ya no juegues, me estás asustando… Ya despierta, por favor…