Escrito por: Helen Mora
Con la pandemia muchos eventos fueron pospuestos y este año hemos podido al fin asistir a estos, trayéndonos esas experiencias únicas e inolvidable donde pasamos por diversas emociones, nos divertimos, gritamos, lloramos, cantamos y bailamos, pero al término de esa hora y media quedamos con una sensación extraña de vacío, que necesitas más de eso y que tu vida ha cambiado después de toda esa ola de emociones ¿te ha pasado?
La depresión post-concierto es algo muy común en personas que asisten a festivales de música y conciertos, los días (o semanas) después del concierto son una montaña rusa de emociones.
Existen muchas formas de que este fenómeno aparezca en nuestras vidas, y no todos pasan por las mismas fases. Pero una cosa es segura: sentirse triste porque la experiencia terminó y ser incapaz de regresar para revivir esas horas es completamente familiar.
Algunas de las formas más comunes en las que esto se manifiesta son:
- ¿Realmente pasó?
Es tan tentador caer en negación y cuestionar si toda la experiencia pasó realmente. Pero si PASÓ. ¡Todo es verdad y estos recuerdos se quedarán contigo para siempre!
- ¿Olvidaré todo?
Empiezas a entrar en pánico cuando tratas de recordar todos los detalles y te dan cuenta de que ya no recuerdas algunos momentos. Resulta molesto mirar videos y fotos del concierto y darte cuenta lo mucho que lo extrañas.
- ¿Cómo explico esto?
Tus amigos y familia están listos para escuchar tu experiencia e impresiones luego de esa experiencia, pero puede resultar difícil poner en palabras lo que has vivido, y es incluso más difícil hablar sobre tus sentimientos. No te preocupes, está bien darte tiempo y hablar del concierto después.
- ¿Cuándo los veré de nuevo?
Al salir del recinto, puede que ya estés listo para comprar boletos para el concierto del siguiente tour para que todas esas sensaciones las experimentes de nuevo.
- ¿Cómo encontrar motivación en la vida?
Regresar a tu vida cotidiana es la fase más dolorosa de tu tristeza post concierto. Todo parece completamente aburrido y pasas la mayoría del tiempo pensando e imaginando el concierto
- ¿Será lo mismo?
Sentimos como si la tristeza y melancolía nunca se irán, pero el tiempo curará todo. La parte mágica de esto es que habrá más conciertos, festivales, un álbum nuevo de ese artista lo cual ayudará eventualmente a olvidar los pensamientos tristes y recordarás los momentos del concierto como los mejores de tu vida.
Para que esto sea más específico, tenemos 9 fases de la DPC:
- Euforia: son los restos de todo lo que sentiste al corear las canciones, bailando y gritando, es decir, todo relacionado al concierto.
- Reflexión: ese tiempo que te tomas para repasar todo lo que sucedió, que se lo platicamos a alguien o solo tú. Revisar fotos, videos, las subes a tus redes sociales, todo a cómo cambió tu vida después de eso.
- Realización: nos cae el veinte de lo que acaba de pasar y empezamos a sentirnos tristes porque nos damos cuenta de que todo lo que experimentamos, no nos va a volver a suceder y que las fotos y videos, nunca van a reemplazar lo que en realidad sentimos justo en ese momento.
- Realidad: al día siguiente, uno regresa (o intenta regresar) a su vida normal, lo que se siente completamente inferior a lo que experimentaste la noche anterior. Seguramente durante el día, te llegan todos estos pensamientos de “¿Cuál es el punto de la vida?”, “El concierto de anoche fue mi vida”.
- Sentirse incomprendido: para levantar el ánimo le cuentas a todos tu experiencia y puede que la manera en la que ellos lo ven no sea ni cercano a lo que tu viviste. En este punto nos damos cuenta de que nadie nos entiende.
- Acoso: las personas a nuestro alrededor no nos comprenden, pero seguramente hay amigos o conocidos que sí. Queremos más y lo podemos conseguir a través de los ojos de alguien más, así que acosamos (intensamente) a quienes vayan a próximas fechas y esperamos con ansias fotos y videos.
- Falta de control de impulsos: nos damos cuenta de que nuestra existencia (que no vale nada después del concierto) la podemos saciar con una cosa: otro concierto. Por eso, sin pensarlo, nos encontramos gastando dinero en boletos para otra fecha del mismo cantante (o quizás de otro) para sentirnos plenos.
- Aceptación: aceptamos que tenemos una adicción y sí, vamos a cruzar medio país para ir sólo a ese concierto, pero lo justificamos. Aquí es donde compramos los boletos para otra fecha o, de plano, nos damos cuenta de que la circunstancia está fuera de nuestro alcance y mejor nos esperamos para la próxima.
- De regreso a nuestra vida normal: eventualmente, todos estos sentimientos post-concierto van a ir desapareciendo y vamos a poder ver las fotos y videos, no como un evento que no nos volverá a suceder, sino como un bonito recuerdo. Y estos recuerdos serán suficientes, hasta que, decidamos ponernos en esta tortura otra vez.
Todo eso sucede porque:
En estudios realizados recientemente, uno de ellos llevado de la mano por Lucía Vaquero Zamora, neurocientífica de la Universidad Complutense de Madrid, apunta que “el ser humano busca la sincronía con otros individuos en la música”.
Varios estaremos de acuerdo diciendo que la música nos une a otras personas y nos trae miles de sensaciones, así como también su disfrute en un ambiente donde nos sentimos tal cual somos, por eso nos gustan tanto los conciertos. Así que no es algo del otro mundo que, con la ausencia de estos, la serotonina o “la hormona de la felicidad” deje de producir esa emoción de alegría y euforia; esa que buscamos con la música en directo.