Escrito por: Maura Fernanda Manero González
Editado por: Giovanna Mendoza
Un día te despiertas con veintitantos años y no puedes recordar lo que se siente tener diecisiete, pero todavía acudes a los brazos de tu mamá a llorar después de un día terrible, pero te ves en el espejo un poco mayor a pesar de no sentirlo.
Un día tienes veintitantos años y escuchas como te dicen lo maduro que te ves y cómo creciste un poco más, pero por dentro aún recuerdas estar sentado, leyendo, sin reuniones, sin facturas que pagar, sin trabajo y sin preocupaciones. Y lo único que puedes pensar es como a los diecisiete, pensaste que a los veintitantos lo sabrías todo, y ahora no puedes recordar como llegaste de allí a aquí. Pero tú, de diecisiete años, te equivocaste porque solo sabes algunas cosas.
Sabes que el café sabe mejor por la mañana, y tu casa ya no es tu casa; es “de mamá y papá”.
Sabes que el carro necesita servicio cada seis meses y que es más difícil hacer el super cuando tuviste un día largo. Qué sientes un vacío cuando llegas del trabajo y no está el olor de tu mamá. Qué las rupturas son más difíciles sin quien te abrace y te diga que todo está bien.
Un día tienes veintitantos años y estás tratando de explicarle a 3 chicos de diecisiete todos los errores que cometiste para que no los cometan también, cuando lo único que realmente quieres, es que alguien se dé cuenta de que tu todavía los sigues cometiendo.
CONTACTO
INSTAGRAM:Mauramanero