Escrito por: Ivana Jones

Estos meses he querido plasmar tantas ideas, sentimientos, vivencias, momentos, sensaciones que terminé por dejar mis cartas en blanco. Hoy te escribo dejando a un lado el cálculo, la planeación, el orden y la ortografía. Tengo ganas de dejar un pedacito de lo que pienso y siento, y si así lo sientes, también de escucharte.

Hoy tengo ganas de platicar sobre amistades.

Sobre la gente que te busca, que te rodea, que te gusta, te inspira, te impulsa, te tira, te acompaña y sobre la gente que se va. Sobre el círculo que eliges, sobre quien decide ser parte de. ¿Será que quien te aprieta, quien te exige, quien te limita, quien te hace sentir menos, lo hace eligiendolo? ¿pensándolo? ¿Será que saben lo mucho que te restan? o será que todos tenemos maneras diferentes de querer.

Es parte del ser humano querer pertenecer, saber que alguien te considera, te incluye, te quiere. Sentirte especial y un tanto esencial para aquellos con quienes compartes tu tiempo. Crecemos haciendo amigos, creando relaciones en todo momento, con quien va contigo al colegio, quien te encuentras en el parque, quien tiene la misma muñeca que tu, quien también disfruta jugar a las escondidas. Nos vamos haciendo grandes y los intereses cambian, quién te acompañó toda la infancia tal vez no lo haga más. Buscamos a quienes se muestran diferentes, para así explorar nuevas partes de nosotros. Y de pronto te encuentras con ser adulto. Te das cuenta que ya no es fácil salir al mundo y platicar con quien sea, que ya no es tan fácil como preguntarle al de junto ¿quieres ser mi amigo?

Muchos nos quedamos estancados, en creer que solo quien se ha hecho presente a lo largo de todo el camino, puede ser llamado nuestro amigo. Que hay una cantidad necesaria de tiempo compartido, para que aquel sea tu amigo. Que hay que tener mucho en común, que hay que ser cercanos en edad, en creencias, en distancia y en preferencias para llamarnos amigos. Y me encuentro con que muchos que he llamado amigos me conocen menos, que aquella que conocí en la librería, me preguntó por mi escritor favorito y me recomendó una lista de libros que considera especiales. Que aquella que fue mi maestra, del otro lado del mundo, le dedicó tiempo a la pantalla y a escuchar todas mis dudas y mis ideas. Que aquel compañero de asiento de un vuelo largo, que me contó sobre su sueño más grande, y me inspiró a creer que el mío también es posible. Entonces, me doy cuenta que no es difícil hacer amigos, que es difícil aceptar la idea de que no todos tienen que caminar de tu mano, mandarte mensajes todos los días, ni estar de acuerdo con tu manera tan única de pensar. Que la mayoría de las amistades, no duran para siempre.

Soy afortunada de recordar a todos los que han sido amigos. Quien vivió conmigo días enteros, viajes, pijamadas, clases, duelos, bailes, y muchas historias. De quien creció y se alejó, de quien se sintió invadido, incómodo, de quien no dijo adiós. Me siento orgullosa de quienes he elegido, que la vida me ha llevado por caminos perfectos, para coincidir con personas que me ayudaron a encontrarme y a todos los que me quisieron tanto, que me animaron a quererme también.

¿Será que quien te abrazó, quien te hizo parte, quién te inspiró, cuidó, y camino contigo sabe lo mucho que te sumó? ¿Sabrá que con un abrazo te regresó a la vida? Sabrá que le recuerdas con cariño, y que le agradeces todos los días.

Solo quiero recordarte, que a todos nos gusta ser escuchados, vistos, que nunca está demás una plática, un abrazo, compartir un pedacito de ti con quien está cerca. Que cada persona que se cruza, tiene algo que decir. Que todo aquel que te está buscando y no lo sabe, tendrá su manera de encontrarte. Que no te guardes nada que sea digno de tener voz propia, y que no te olvides de decir te quiero. Tendrás más amigos de los que podrías imaginarte.

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