Escrito por: Ivana Jones
Editado por: Giovanna Mendoza

Escribir para mí es procesar la vida con respaldo. Sería mucho más fácil escribirte hoy con el corazón más completo, sin tanto dolor, con menos tristeza. Pero sé que se requiere de vulnerabilidad. Creo que deberíamos de contar más historias cuando sentimos que la vida se nos cae en pedacitos, así tal vez quien nos lea, sepa que en otro espacio, al mismo tiempo, alguien también se está rompiendo.

A veces la vida escoge momentos y los pinta todos de un mismo color, los llena de la misma energía. Hay momentos, en los que la tristeza se prolonga y por más que te resistas y quieras salir corriendo con una sonrisa y gritar ya pasó, no pasa. Y pasa, que siguen pasando cosas que duelen. Siempre hay consejos en los duelos. Parece que nos hemos aprendido frases que ayudan al otro. Todo pasa por algo, el tiempo todo lo sana, todo pasa, todo lo que duele sana, la vida se trata de soltar… Todo trae un aprendizaje, y sí (todas sí).

Pero es que a veces, se necesita silencio, y si soy honesta hay veces en las que necesito que alguien se suba al mismo tren conmigo. Que me diga que sí, que las personas que más quieres te pueden romper en mil pedazos sin siquiera notarlo. Que me hable sobre el dolor que se siente cuando alguien no te elige, lo mucho que lastima sentir que algo está mal contigo. La tristeza que viene con tener que aceptar que eso que soñabas y que encendía tu alma no va a pasar, ya no viene. Y en su lugar queda la incertidumbre, la duda y el ¿ahora qué?

Sé que todo pasa, pero a veces para que todo pase hay que sentirlo. A veces estar bien no llega rápido, porque no hay instrucciones, ni límite de tiempo, ni alguien que te diga como hacerlo. Hay diferentes pérdidas, diferentes duelos. Hay personas que nos dejan para seguir su viaje en otros planos, hay personas que en este plano eligen tomar un camino distinto en el que deciden ya no tomar más nuestra mano. Hay pérdidas la enfrentarnos a soltar oportunidades que creíamos nuestras, y hay duelos escondidos en el darnos cuenta que hay partes de nosotros mismos que ya no están. Lo mismo duele perder a alguien, que duele perderte a ti.

Y hay veces en que es tan mala nuestra suerte que todo se acomoda en una fila, y de un empujón llega todo al mismo tiempo. Hoy no quiero decirte que todo pasa. Solo quiero que si esa frase no te ayuda, encuentres maneras de hacerle sentir a tu corazón que lo roto no permanece roto por siempre, que no hay prisa en levantarse, que a veces el mismo dolor te dice cuando es su tiempo para irse, mientras, aquí en la tierra, también hay espacio un para los rotos, para los que sentimos demasiado, para los que elegimos vivir a corazón abierto, para los que les cuesta seguir y también para los que les cuesta soltar.

Hay días en los que cierro los ojos y pido con todas mis fuerzas poder dejar de sentir, poder caminar y actuar y vivir sin sentir que se me desbordan las emociones… Casi siempre recibo una respuesta en forma de susurro, de una voz que me repite “no se puede vivir sin sentir”.

Si hoy me lees con el corazón roto, con el corazón abierto, si hoy extrañas mucho a alguien que ya no está, si hoy la vida duele un poquito más, te abrazo a la distancia. Sanar también es saber cuándo parar. Sanar también es perder. Sanar es saber, que siempre, y a veces cuando menos te lo esperes, vas a regresar a ti… Y si tardas, está bien no llegar puntual.

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